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martes, 3 de septiembre de 2019

Educación y futuro de la humanidad


Educación y futuro de la humanidad
Por Ángel Pérez Martínez
Por primera vez en la historia de la vida humana, está en duda que la generación siguiente tenga mejor calidad de vida que la actual. A no ser que los seres humanos cambiemos drásticamente nuestro comportamiento autodestructivo.
Comparto la afirmación del educador e investigador de políticas educativas Michael Fullan, quien sostiene que: la humanidad siempre dependió de la dinámica de la evolución para terminar siempre mejor, al final de cada lucha. Durante los últimos 20,000 años, en términos generales, cada generación ha terminado mejor que la anterior, más recursos y mejor calidad de la sociedad. Esta vez no estoy tan seguro. El cambio climático es más nefasto; el futuro de los trabajos es impredecible cuando se mezcla con los robots; además, la capacidad de la humanidad para resolver problemas y finalmente llevarse bien es muy precaria”.
Esta mirada pesimista del futuro de la humanidad es difícil de entender si se observa la mayor velocidad para producir y circular conocimiento; la cantidad de información en tiempo real; la captura de miles de imágenes que no necesitan explicación. Lo anterior contrasta con el bombardeo de mentiras, falsedades y notas irrelevantes que circulan en las redes, pero que se vuelven tendencia en un mundo globalizado que a su vez es cada vez más superficial y banal.
El mundo cambió y se globalizó. La competencia económica y la necesidad de atender las demandas para garantizar nuestra existencia (como alimentos, el cuidado de la salud, el vestuario, el transporte, entre otros) y en algunos casos el confort, exacerban día a día los procesos de globalización y las tasas de desarrollos tecnológicos para producir miles de elementos útiles para la vida, y sin duda muchos inútiles. A la par, se destaca en este siglo, el fortalecimiento de la robótica para incrementar productividades, con bajo costo marginal, o para realizar funciones especializadas que por su grado de exactitud o mecanicidad no es posible que  el hombre las realice. El trabajo humano pasa a segundo plano, nos volvimos obsoletos para algunos procesos productivos y se están remplazando miles de empleos por esta causa; sin dejar de mencionar el desarrollo de programas para sistematizar desde las actividades más complejas hasta las más sencillas de la vida humana.
¿A qué costo? La respuesta al parecer poco importa, tampoco la inestabilidad laboral, la precariedad de los ingresos y las injusticias, como saber que millones de seres humanos padecen hambre o pobreza. Ahora que poseemos información y medimos la pobreza nos acostumbramos a ella, igual ocurre con la violencia y otras conductas que atentan contra la vida humana y su desarrollo. ¿Dónde está la ética?
El futuro es incierto y no podemos predecir con exactitud cuál será el desarrollo de la humanidad en el futuro, ni las condiciones en que se desenvolverá la vida social, familiar, cultural, laboral, y menos cómo se ajustarán a los enormes cambios instituciones como el Estado, las empresas y otras organizaciones sociales como los colegios, universidades y centros de investigación.
En este estadio del desarrollo humano debe aparecer la educación y su gran reto de ayudar a formar buenos seres humanos que ayuden a estudiar y a mantener los equilibrios ambientales, el poder político en favor de la vida y la tierra, y, sobre todo, para contar con seres humano más comprometido con la vida humana con mayor justicia social. 
Por fortuna, en este campo soy optimista. La educación tradicional está cambiando, aunque no tan rápido como se necesita. El maestro que lo sabía todo, tiende a desaparecer, hoy en la institución escolar se acepta que el conocimiento está fuera del aula escolar, que se requiere aprender a elaborar buenas preguntas, a dudar y a buscar información de buena calidad. Por este camino se puede obtener evidencia y conocimiento para mejorar la toma de decisiones. El señor Google puede llegar a ser eficiente en esta tarea, pero es imprescindible aprender a usarlo y volverlo útil para el interés de la vida humana.
Los profesores han entendido que ellos no son la esencia del conocimiento, que su rol cambió. En el aula escolar los docentes son motivadores, coordinadores y sobre todo facilitadores de aprendizajes, desde donde ayudan a resolver problemas o a encontrar respuestas a los estudiantes, así como a validar o a contrastar sus afirmaciones. Los docentes cada más entendieron que en la vida real se impone la colaboración y el trabajo en equipo; por ello, hoy se trabaja en grupos en el aula, se usa menos el tablero, existe menos autoritarismo y se busca con afán la participación de los alumnos. Los ambientes de aprendizaje y enseñanza están cambiando.
También, nuevos retos aparecieron: el manejo de emociones y competencias socio emocionales llegó a la escuela. El dialogo y la participación con los padres de familia hoy se considera imprescindible para los procesos de mejoramiento educativo. Las redes entre docentes y entre éstos y los padres de familia son de uso normal en la mayoría de las aulas. La tecnología empieza a ingresar al aula.
El futuro de la humanidad es incierto, la educación debe jugar su rol con maestros preparados y comprometidos en la formación de los estudiantes y con la comunidad para reversar esta situación de inminente desastre, como sostiene otro estudio: “Para navegar a través de esta incertidumbre, los estudiantes deberán desarrollar curiosidad, imaginación, resiliencia y autorregulación; deberán respetar y apreciar las ideas, perspectivas y valores de los demás; y necesitarán enfrentar el fracaso y el rechazo, y avanzar frente a la adversidad. Su motivación será más que conseguir un buen trabajo y un alto ingreso; También tendrán que preocuparse por el bienestar de sus amigos, familiares, sus comunidades y el planeta
Para entender la necesidad de fortalecer la educación con respecto al futuro de la humanidad, de nuevo retomamos a Fullan: La educación tiene un papel especial que debe desempeñar para poder anticipar y vincular el presente con el futuro en tiempo real. Ninguna otra institución tiene un papel más crítico en salvar a la sociedad de la desintegración en el futuro. De hecho, la educación debe ser la luz al final del túnel, mediante el desarrollo positivo y proactivo de alternativas en tiempo real.


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