Educación y futuro de la humanidad
Por Ángel Pérez Martínez
Por primera vez en la historia de la vida
humana, está en duda que la generación siguiente tenga mejor calidad de vida que
la actual. A no ser que los seres humanos cambiemos drásticamente nuestro
comportamiento autodestructivo.
Comparto la afirmación del educador e
investigador de políticas educativas Michael Fullan, quien sostiene que: “la
humanidad siempre dependió de la dinámica de la evolución para terminar siempre
mejor, al final de cada lucha. Durante los últimos 20,000 años, en términos
generales, cada generación ha terminado mejor que la anterior, más recursos y mejor
calidad de la sociedad. Esta vez no estoy tan seguro. El cambio climático es
más nefasto; el futuro de los trabajos es impredecible cuando se mezcla con los
robots; además, la
capacidad de la humanidad para resolver problemas y finalmente llevarse bien es
muy precaria”.
Esta mirada pesimista del futuro de la
humanidad es difícil de entender si se observa la mayor velocidad para producir
y circular conocimiento; la cantidad de información en tiempo real; la captura
de miles de imágenes que no necesitan explicación. Lo anterior contrasta con el
bombardeo de mentiras, falsedades y notas irrelevantes que circulan en las
redes, pero que se vuelven tendencia en un mundo globalizado que a su vez es
cada vez más superficial y banal.
El mundo cambió y se globalizó. La competencia
económica y la necesidad de atender las demandas para garantizar nuestra
existencia (como alimentos, el cuidado de la salud, el vestuario, el
transporte, entre otros) y en algunos casos el confort, exacerban día a día los
procesos de globalización y las tasas de desarrollos tecnológicos para producir
miles de elementos útiles para la vida, y sin duda muchos inútiles. A la par,
se destaca en este siglo, el fortalecimiento de la robótica para incrementar
productividades, con bajo costo marginal, o para realizar funciones
especializadas que por su grado de exactitud o mecanicidad no es posible que el hombre las realice. El trabajo humano pasa
a segundo plano, nos volvimos obsoletos para algunos procesos productivos y se
están remplazando miles de empleos por esta causa; sin dejar de mencionar el desarrollo
de programas para sistematizar desde las actividades más complejas hasta las
más sencillas de la vida humana.
¿A qué costo? La respuesta al parecer poco
importa, tampoco la inestabilidad laboral, la precariedad de los ingresos y las
injusticias, como saber que millones de seres humanos padecen hambre o pobreza.
Ahora que poseemos información y medimos la pobreza nos acostumbramos a ella,
igual ocurre con la violencia y otras conductas que atentan contra la vida
humana y su desarrollo. ¿Dónde está la ética?
El futuro es incierto y no
podemos predecir con exactitud
cuál será el desarrollo de la humanidad en el futuro, ni las condiciones en que
se desenvolverá la vida social, familiar, cultural, laboral, y menos cómo se
ajustarán a los enormes cambios instituciones como el Estado, las empresas y
otras organizaciones sociales como los colegios, universidades y centros de
investigación.
En este estadio del desarrollo humano debe
aparecer la educación y su gran reto de ayudar a formar buenos seres humanos que
ayuden a estudiar y a mantener los equilibrios ambientales, el poder político
en favor de la vida y la tierra, y, sobre todo, para contar con seres humano
más comprometido con la vida humana con mayor justicia social.
Por fortuna, en este campo soy optimista. La
educación tradicional está cambiando, aunque no tan rápido como se necesita. El
maestro que lo sabía todo, tiende a desaparecer, hoy en la institución escolar
se acepta que el conocimiento está fuera del aula escolar, que se requiere aprender
a elaborar buenas preguntas, a dudar y a buscar información de buena calidad. Por
este camino se puede obtener evidencia y conocimiento para mejorar la toma de
decisiones. El señor Google puede llegar a ser eficiente en esta tarea, pero es
imprescindible aprender a usarlo y volverlo útil para el interés de la vida humana.
Los profesores han entendido que ellos no son
la esencia del conocimiento, que su rol cambió. En el aula escolar los docentes
son motivadores, coordinadores y sobre todo facilitadores de aprendizajes,
desde donde ayudan a resolver problemas o a encontrar respuestas a los
estudiantes, así como a validar o a contrastar sus afirmaciones. Los docentes
cada más entendieron que en la vida real se impone la colaboración y el trabajo
en equipo; por ello, hoy se trabaja en grupos en el aula, se usa menos el
tablero, existe menos autoritarismo y se busca con afán la participación de los
alumnos. Los ambientes de aprendizaje y enseñanza están cambiando.
También, nuevos retos aparecieron: el manejo de
emociones y competencias socio emocionales llegó a la escuela. El dialogo y la
participación con los padres de familia hoy se considera imprescindible para
los procesos de mejoramiento educativo. Las redes entre docentes y entre éstos
y los padres de familia son de uso normal en la mayoría de las aulas. La
tecnología empieza a ingresar al aula.
El futuro de la humanidad es
incierto, la educación debe jugar su rol con maestros preparados y
comprometidos en la formación de los estudiantes y con la comunidad para
reversar esta situación de inminente desastre, como sostiene otro estudio:
“Para navegar a través de esta incertidumbre, los estudiantes deberán
desarrollar curiosidad, imaginación, resiliencia y autorregulación; deberán
respetar y apreciar las ideas, perspectivas y valores de los demás; y
necesitarán enfrentar el fracaso y el rechazo, y avanzar frente a la
adversidad. Su motivación será más que conseguir un buen trabajo y un alto
ingreso; También tendrán que preocuparse por el bienestar de sus amigos,
familiares, sus comunidades y el planeta”
Para entender la necesidad de
fortalecer la educación con respecto al futuro de la humanidad, de nuevo
retomamos a Fullan: “La
educación tiene un papel especial que debe desempeñar para poder anticipar y
vincular el presente con el futuro en tiempo real. Ninguna otra institución
tiene un papel más crítico en salvar a la sociedad de la desintegración en el futuro.
De hecho, la educación debe ser la luz al final del túnel, mediante el
desarrollo positivo y proactivo de alternativas en tiempo real.”
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