Alimentación Escolar y
Calidad de la Educación
Por
Ángel Pérez Martínez[1]
A partir del año 2004 la
Política educativa de Bogotá y la gestión de la Secretaría de Educación
Distrital; SED, concentró recursos, esfuerzos y acciones para garantizar el
derecho a la educación de los niños y los jóvenes de la ciudad. Esta política fue
formulada en los planes sectoriales de
educación de la ciudad Bogotá Una Gran Escuela (2004- 2008) y Bogotá Positiva
para una Educación de Calidad (2008-2012)[2], los
cuales hicieron énfasis en el propósito de ofrecer y lograr una mejor educación
para los estudiantes de los colegios oficiales a través de los cinco
componentes que conforman este derecho: disponibilidad, acceso, permanencia,
calidad y financiación. Los planes distritales y sectoriales de educación de
esos años diseñaron una serie de acciones de gestión pública para que en el
colegio se concentrará la ejecución de los proyectos que permitieran mejorar la
calidad de vida de niños, jóvenes y sus familias. La política pública, por
falta de recursos, no puede resolver individualmente las necesidades básicas
que inciden en la calidad de la educación de los niños. Sin embargo, en esos
años se intentó fortalecer en la escuela programas tales como: bibliotecas,
computadores, conexiones a Internet, uso de videos y emisoras escolares y otras
TICs que de manera social la escuela puede proveer y que ayudan a los niños a
acceder a bienes y servicios que en su casa no tienen. Además, se buscó favorecer
el ingreso de las familias más pobres con programas como la gratuidad para
todos los estudiantes, el acceso a la alimentación escolar y los subsidios de
permanencia y transporte. Finalmente, El propósito era atender, en parte, los
múltiples factores que inciden en los estudiantes en el proceso educativo, de
manera especial, aquellos que dependen de las condiciones sociales y económicas
en las cuales viven los estudiantes y sus familias.
Dichas acciones al
finalizar el año 2009 habían alcanzado los siguientes resultados: Más de un millón de estudiantes con educación
gratuita, 675 mil estudiantes con alimentación escolar diaria, 110 mil
estudiantes con subsidios condicionados a asistencia escolar, 120 mil
estudiantes con “morrales de sueños que incluyen útiles escolares”, 36
megacolegios nuevos, 180 sedes reforzadas y 75 ampliadas y mejoradas. Además de
400 mil estudiantes beneficiados con la entrega de 124 bibliotecas, 30 salas de
música y danza, 420 laboratorios, 120 canchas deportivas múltiples, 59
comedores y 118 emisoras escolares. También, la Sed en este periodo alcanzó la
meta de entregar la totalidad de los útiles escolares para los niños de
preescolar que asisten a los colegios distritales de Bogotá. Así mismo, 17 mil
estudiantes asisten a la educación superior apoyados por la SED y 272 mil
estudiantes cuentan con ampliación de la
jornada escolar para intensificar sus
conocimientos en inglés, ciencias y matemáticas los días sábados. Por último en
estos seis años se han nombrado más 6.000 docentes en propiedad, mediante
concurso, y avanza un nuevo proceso de selección para nombrar a 4.000 docentes
más en la planta de docentes de la ciudad. También, en el periodo 2004 – 2008
más de 20 mil docentes han estado en programas de formación permanente o
actualización.
Sin embargo, acá se
destaca el proyecto de alimentación escolar porque la SED lo asumió como una
opción para mejorar la calidad de la educación y para que desde el colegio la
ciudad combata la pobreza y la injusticia social de un país donde los niños
sufren hambre o desnutrición. La Revista Semana sostuvo que en Colombia de
acuerdo con “un reciente informe de la Universidad Nacional, son
15 mil los menores de cinco años que fallecen cada año por una enfermedad
asociada a la desnutrición. Así mismo, alrededor de 500 mil niños colombianos
(alrededor del 13 por ciento de la población infantil), sufren de desnutrición
crónica, según lo indica un informe del Centro de Estudios sobre Desarrollo
Económico (Cede) de la Universidad de los Andes”[3].
Sin embargo las noticias
para los niños y jóvenes bogotanos son diferentes gracias al proyecto de alimentación
escolar. En efecto, el equipo directivo de la SED responsable del proyecto conocía
que una adecuada nutrición para el niño o joven estudiante produce un aumento
en su rendimiento físico, un mayor desarrollo de su
capacidad intelectual y una mejor resistencia a las enfermedades infecciosas,
lo cual evita el ausentismo a la escuela y futuras deserciones. Para el
desarrollo de este proyecto la SED determinó tres acciones: Suministro de
refrigerios escolares en el aula escolar bajo la supervisión del maestro en las
dos primeras horas de clase de cada jornada escolar; creación y desarrollo de comedores
escolares en los cuales reciben comida caliente al desayuno o almuerzo los
estudiantes, según la jornada escolar y; un programa educativo que pretende
vincular el conocimiento en torno a la alimentación y a la nutrición en el aula
escolar.
La Sed paso de entregar 181.051
refrigerios en el año 2003[4], 21% del
total de la matrícula oficial para ese año, a 673.346 raciones alimentarias en
el año 2009, 542.546 refrigerios y 130.800 comidas calientes en 59 comedores
escolares, lo cual representa el 77% del total de la matricula oficial de la
ciudad. Desde el año 2005, cuando se ajustó el programo con la asesoría de la
Universidad Nacional, los niños y jóvenes reciben en los colegios distritales entre
el 30 y el 40% de las necesidades nutricionales diarias.
También, la SED fortaleció
el proyecto de alimentación escolar a partir del año 2004 con la creación de
los comedores escolares en los colegios distritales, con el reforzamiento y
cualificación del componente nutricional de los refrigerios y con el aumento de
las raciones alimentarias entregadas a diario a los estudiantes que incluyó en
el año 2007 alcanzar la universalización de la alimentación para los niños
matriculados en preescolar y primaria.
Los nuevos colegios y
algunos de los reforzados se dotaron con comedores escolares cumpliendo con los
más altos estándares de calidad para este tipo de instalaciones, en el año 2009
funcionan 59 de ellos y atienden a 150.000 estudiantes. En el desayuno los estudiantes reciben entre el 26 y el 30% de la recomendación
diaria de calorías y nutrientes establecidos por el ICBF. El desayuno se
compone de una bebida con leche, un alimento proteico, uno energético y una
fruta. En el almuerzo que se entrega en los comedores escolares a los estudiantes,
éstos reciben entre el 36 y el 40% de la recomendación diaria de calorías y
nutrientes establecidos por el ICBF. El
almuerzo se prepara con un alimento proteico, un cereal, energético, una
verdura, una fruta y un postre.
Así mismo, a partir del año
2005 la SED decidió realizar exámenes de bromatología en laboratorio para
determinar las cantidades nutricionales reales que se entregaban a los niños en
los refrigerios. La Universidad Nacional, facultad de medicina, entidad interventora
realiza desde entonces en pequeñas muestras dichos exámenes, los cuales
demostraron que los productores no cumplían con lo estipulado en los contratos,
situación que llevo a la Sed a modificar los pliegos de condiciones de la
licitación en el año 2005 y a los productores a exigir un reajuste en los
precios para poder asegurar unos y otros (SED, productores y U. Nacional) que
cada refrigerio garantizará entre
el 25 y el 30% de la recomendación
diaria de calorías y nutrientes.
Refrigerio Tipo A 480
Kilocalorías (niños) y Tipo B 540
Kilocalorías (jóvenes). La distribución porcentual del aporte calórico promedio
es: proteína (12%), grasa (28%) y carbohidratos (60%). Además, cada refrigerio
se refuerza a diario con el 50% de la recomendación de hierro y con el 30% de
la recomendación de calcio para niños y jóvenes.
Por fortuna para la SED, en
el año 2006 un grupo de investigadores de la Universidades de Harvard, Nacional
de Colombia y Brown (USA), así como del Instituto Nacional de Salud y la Clínica
San Rafael[5]
iniciaron un proyecto de investigación con la intención de examinar si el programa
de refrigerios mejoraba el estado nutricional y de salud de los niños. Los
investigadores en el primer semestre del año 2006 seleccionaron una muestra de
4.000 estudiantes de los cuales a 3.202 estudiantes, entre 5 y 12 años, los
padres otorgaron consentimiento para participar en la investigación. En total
la muestra incluyó 3.032 familias y 38 colegios, la SED suministraba en 25 de estos
colegios refrigerios escolares.
Los investigadores hicieron seguimiento,
pruebas y análisis de laboratorio a los niños de los colegios distritales, a
partir de muestras de sangre tomadas de acuerdo con los protocolos éticos establecidos
para este tipo de proyectos. Del total de 3202 estudiantes, 1803 (56%) niños
recibían refrigerio escolar y 1399 (44%) no obtenían el refrigerio. Los
resultados publicados en El Journal de Nutrition se resumen de manera textual
en los siguientes dos puntos[6]:
1)
“Después de ajustar por el estado
socioeconómico y otras intervenciones escolares, los niños que recibieron el
refrigerio (n=1803) tuvieron un mayor incremento en niveles plasmáticos de
vitamina B-12 (42 pmol/L; P<0.0001) entre la línea de base y 3 meses después
del seguimiento con respecto a los niños que no recibieron el refrigerio
(n=1399). También experimentaron una menor disminución en las puntuaciones Z de
talla para la edad comparados con los niños que no recibieron el refrigerio
(p=0.001)”. Según la Universidad
nacional la vitamina B12 es esencial para que el cuerpo humano produzca de
manera normal los glóbulos rojos[7].
2) “Los
niños que recibieron el refrigerio tuvieron menores tasas de morbilidad
reportada que los niños que no lo recibieron. Específicamente, los niños que
recibieron el refrigerio reportaron 40% menos días con fiebre (P=0.0003), 57%
menos días con tos y fiebre (P<0.0001), 30% menos días con diarrea (P=0.03),
55% días con diarrea y vómito (P=0.0007), y 44% menos visitas al médico
(P=0.02), después de ajustar por confusores potenciales. Los niños que
recibieron el refrigerio tuvieron una tasa de ausentismo escolar que fue 23%
menor (P=0.03) que la de los niños que no lo recibieron”.
Los resultados de esta investigación certifican de
manera decidida que la SED no se equivocó cuando planteó en los planes de
desarrollo que las condiciones sociales de los niños importan, tanto como las
condiciones en las cuales ellos aprenden. Hoy no existen dudas sobre como el Estado
con proyectos como la alimentación escolar puede contribuir de manera decisiva a
luchar contra la pobreza, a mejorar la calidad de vida de los
estudiantes, así como a consolidar las condiciones físicas de los mismos para
la recreación y el deporte. Una adecuada nutrición ayuda a desarrollar el
cerebro de los niños y las posibilidades cognitivas y de aprendizaje de los
estudiantes porque cuando éstos sufren de menos enfermedades, ellos permanecen
más en el colegio, lo cual conlleva a mejorar el clima escolar en el aula y la
calidad de la educación de los colegios oficiales[8]. Lo
anterior explica el significativo avance de los bachilleres de los colegios
públicos de Bogotá en las pruebas del ICFES, el 57.1 de los colegios
distritales se encuentran en los niveles, alto, superior o muy superior, en el
año 2011. Así mismo, el programa de alimentación escolar de Bogotá es la cuota
inicial del gran reto futuro de la educación oficial: la jornada única para los
estudiantes.
[1]
Ex subsecretario de educación de Bogotá 2004 – 2009.
[2] En el
tema de alimentación escolar se destaca de manera especial el esfuerzo
realizado por la administración de Luis Eduardo Garzón, él promovió el
programa: Bogotá Sin Hambre. Uno de los componentes de dicho programa era la
alimentación escolar en los colegios distritales de la Ciudad.
[3]
http://www.semana.com/noticias-nacion/colombia-ninos-todavia-mueren-hambre/128776.aspx. 16 de septiembre del 2009
[4]
Dato tomado del Plan Sectorial de Educación (2004- 2008) Bogotá: Una Gran
Escuela. P.55. SED. 2004.
[5] Joanne E. Arsenault, Mercedes
Mora-Plazas, Yibby Forero, Sandra López-Arana, Constanza Marín, Ana Baylin, and
Eduardo Villamor. Provision of a School Snack Is Associated with Vitamin
B-12 Status, Linear Growth, and Morbidity in Children from Bogota, Colombia. The Journal of Nutrition, 139: 1–7, 2009
[6] Ibidem, P.3
[8] Epps, Sylvia. R. y Huston,
Aletha. C. (2007). Effects of a poverty intervention policy demonstration on
parenting and child social competence: A
test of the direction of effects. Social
Science Quarterly, volumen 88 número 2, ps 344- 365, junio 2007.
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