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martes, 28 de agosto de 2012

ALIMENTACIÓN ESCOLAR Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN


Alimentación Escolar y Calidad de la Educación

Por Ángel Pérez Martínez[1]
A partir del año 2004 la Política educativa de Bogotá y la gestión de la Secretaría de Educación Distrital; SED, concentró recursos, esfuerzos y acciones para garantizar el derecho a la educación de los niños y los jóvenes de la ciudad. Esta política fue  formulada en los planes sectoriales de educación de la ciudad Bogotá Una Gran Escuela (2004- 2008) y Bogotá Positiva para una Educación de Calidad (2008-2012)[2], los cuales hicieron énfasis en el propósito de ofrecer y lograr una mejor educación para los estudiantes de los colegios oficiales a través de los cinco componentes que conforman este derecho: disponibilidad, acceso, permanencia, calidad y financiación. Los planes distritales y sectoriales de educación de esos años diseñaron una serie de acciones de gestión pública para que en el colegio se concentrará la ejecución de los proyectos que permitieran mejorar la calidad de vida de niños, jóvenes y sus familias. La política pública, por falta de recursos, no puede resolver individualmente las necesidades básicas que inciden en la calidad de la educación de los niños. Sin embargo, en esos años se intentó fortalecer en la escuela programas tales como: bibliotecas, computadores, conexiones a Internet, uso de videos y emisoras escolares y otras TICs que de manera social la escuela puede proveer y que ayudan a los niños a acceder a bienes y servicios que en su casa no tienen. Además, se buscó favorecer el ingreso de las familias más pobres con programas como la gratuidad para todos los estudiantes, el acceso a la alimentación escolar y los subsidios de permanencia y transporte. Finalmente, El propósito era atender, en parte, los múltiples factores que inciden en los estudiantes en el proceso educativo, de manera especial, aquellos que dependen de las condiciones sociales y económicas en las cuales viven los estudiantes y sus familias.
Dichas acciones al finalizar el año 2009 habían alcanzado los siguientes resultados: Más de un millón de estudiantes con educación gratuita, 675 mil estudiantes con alimentación escolar diaria, 110 mil estudiantes con subsidios condicionados a asistencia escolar, 120 mil estudiantes con “morrales de sueños que incluyen útiles escolares”, 36 megacolegios nuevos, 180 sedes reforzadas y 75 ampliadas y mejoradas. Además de 400 mil estudiantes beneficiados con la entrega de 124 bibliotecas, 30 salas de música y danza, 420 laboratorios, 120 canchas deportivas múltiples, 59 comedores y 118 emisoras escolares. También, la Sed en este periodo alcanzó la meta de entregar la totalidad de los útiles escolares para los niños de preescolar que asisten a los colegios distritales de Bogotá. Así mismo, 17 mil estudiantes asisten a la educación superior apoyados por la SED y 272 mil estudiantes cuentan con ampliación de  la jornada escolar  para intensificar sus conocimientos en inglés, ciencias y matemáticas los días sábados. Por último en estos seis años se han nombrado más 6.000 docentes en propiedad, mediante concurso, y avanza un nuevo proceso de selección para nombrar a 4.000 docentes más en la planta de docentes de la ciudad. También, en el periodo 2004 – 2008 más de 20 mil docentes han estado en programas de formación permanente o actualización.
Sin embargo, acá se destaca el proyecto de alimentación escolar porque la SED lo asumió como una opción para mejorar la calidad de la educación y para que desde el colegio la ciudad combata la pobreza y la injusticia social de un país donde los niños sufren hambre o desnutrición. La Revista Semana sostuvo que en Colombia de acuerdo con “un reciente informe de la Universidad Nacional, son 15 mil los menores de cinco años que fallecen cada año por una enfermedad asociada a la desnutrición. Así mismo, alrededor de 500 mil niños colombianos (alrededor del 13 por ciento de la población infantil), sufren de desnutrición crónica, según lo indica un informe del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (Cede) de la Universidad de los Andes”[3].
Sin embargo las noticias para los niños y jóvenes bogotanos son diferentes gracias al proyecto de alimentación escolar. En efecto, el equipo directivo de la SED responsable del proyecto conocía que una adecuada nutrición para el niño o joven estudiante produce un aumento en su rendimiento físico, un mayor desarrollo de su capacidad intelectual y una mejor resistencia a las enfermedades infecciosas, lo cual evita el ausentismo a la escuela y futuras deserciones. Para el desarrollo de este proyecto la SED determinó tres acciones: Suministro de refrigerios escolares en el aula escolar bajo la supervisión del maestro en las dos primeras horas de clase de cada jornada escolar; creación y desarrollo de comedores escolares en los cuales reciben comida caliente al desayuno o almuerzo los estudiantes, según la jornada escolar y; un programa educativo que pretende vincular el conocimiento en torno a la alimentación y a la nutrición en el aula escolar.
La Sed paso de entregar 181.051 refrigerios en el año 2003[4], 21% del total de la matrícula oficial para ese año, a 673.346 raciones alimentarias en el año 2009, 542.546 refrigerios y 130.800 comidas calientes en 59 comedores escolares, lo cual representa el 77% del total de la matricula oficial de la ciudad. Desde el año 2005, cuando se ajustó el programo con la asesoría de la Universidad Nacional, los niños y jóvenes reciben en los colegios distritales entre el 30 y el 40% de las necesidades nutricionales diarias.
También, la SED fortaleció el proyecto de alimentación escolar a partir del año 2004 con la creación de los comedores escolares en los colegios distritales, con el reforzamiento y cualificación del componente nutricional de los refrigerios y con el aumento de las raciones alimentarias entregadas a diario a los estudiantes que incluyó en el año 2007 alcanzar la universalización de la alimentación para los niños matriculados en preescolar y primaria.
Los nuevos colegios y algunos de los reforzados se dotaron con comedores escolares cumpliendo con los más altos estándares de calidad para este tipo de instalaciones, en el año 2009 funcionan 59 de ellos y atienden a 150.000 estudiantes. En el desayuno los estudiantes reciben entre el 26 y el 30% de la recomendación diaria de calorías y nutrientes establecidos por el ICBF. El desayuno se compone de una bebida con leche, un alimento proteico, uno energético y una fruta. En el almuerzo que se entrega en los comedores escolares a los estudiantes, éstos reciben entre el 36 y el 40% de la recomendación diaria de calorías y nutrientes  establecidos por el ICBF. El almuerzo se prepara con un alimento proteico, un cereal, energético, una verdura, una fruta y un postre.
Así mismo, a partir del año 2005 la SED decidió realizar exámenes de bromatología en laboratorio para determinar las cantidades nutricionales reales que se entregaban a los niños en los refrigerios. La Universidad Nacional, facultad de medicina, entidad interventora realiza desde entonces en pequeñas muestras dichos exámenes, los cuales demostraron que los productores no cumplían con lo estipulado en los contratos, situación que llevo a la Sed a modificar los pliegos de condiciones de la licitación en el año 2005 y a los productores a exigir un reajuste en los precios para poder asegurar unos y otros (SED, productores y U. Nacional) que cada refrigerio garantizará entre el 25 y el  30% de la recomendación diaria de calorías y nutrientes.  Refrigerio Tipo A 480 Kilocalorías (niños) y Tipo  B  540 Kilocalorías (jóvenes). La distribución porcentual del aporte calórico promedio es: proteína (12%), grasa (28%) y carbohidratos (60%). Además, cada refrigerio se refuerza a diario con el 50% de la recomendación de hierro y con el 30% de la recomendación de calcio para niños y jóvenes.
Por fortuna para la SED, en el año 2006 un grupo de investigadores de la Universidades de Harvard, Nacional de Colombia y Brown (USA), así como del Instituto Nacional de Salud y la Clínica San Rafael[5] iniciaron un proyecto de investigación con la intención de examinar si el programa de refrigerios mejoraba el estado nutricional y de salud de los niños. Los investigadores en el primer semestre del año 2006 seleccionaron una muestra de 4.000 estudiantes de los cuales a 3.202 estudiantes, entre 5 y 12 años, los padres otorgaron consentimiento para participar en la investigación. En total la muestra incluyó 3.032 familias y 38 colegios, la SED suministraba en 25 de estos colegios refrigerios escolares.
Los investigadores hicieron seguimiento, pruebas y análisis de laboratorio a los niños de los colegios distritales, a partir de muestras de sangre tomadas de acuerdo con los protocolos éticos establecidos para este tipo de proyectos. Del total de 3202 estudiantes, 1803 (56%) niños recibían refrigerio escolar y 1399 (44%) no obtenían el refrigerio. Los resultados publicados en El Journal de Nutrition se resumen de manera textual en los siguientes dos puntos[6]:

1)      “Después de ajustar por el estado socioeconómico y otras intervenciones escolares, los niños que recibieron el refrigerio (n=1803) tuvieron un mayor incremento en niveles plasmáticos de vitamina B-12 (42 pmol/L; P<0.0001) entre la línea de base y 3 meses después del seguimiento con respecto a los niños que no recibieron el refrigerio (n=1399). También experimentaron una menor disminución en las puntuaciones Z de talla para la edad comparados con los niños que no recibieron el refrigerio (p=0.001)”. Según la Universidad nacional la vitamina B12 es esencial para que el cuerpo humano produzca de manera normal los glóbulos rojos[7].

2)      “Los niños que recibieron el refrigerio tuvieron menores tasas de morbilidad reportada que los niños que no lo recibieron. Específicamente, los niños que recibieron el refrigerio reportaron 40% menos días con fiebre (P=0.0003), 57% menos días con tos y fiebre (P<0.0001), 30% menos días con diarrea (P=0.03), 55% días con diarrea y vómito (P=0.0007), y 44% menos visitas al médico (P=0.02), después de ajustar por confusores potenciales. Los niños que recibieron el refrigerio tuvieron una tasa de ausentismo escolar que fue 23% menor (P=0.03) que la de los niños que no lo recibieron”.

Los resultados de esta investigación certifican de manera decidida que la SED no se equivocó cuando planteó en los planes de desarrollo que las condiciones sociales de los niños importan, tanto como las condiciones en las cuales ellos aprenden. Hoy no existen dudas sobre como el Estado con proyectos como la alimentación escolar puede contribuir de manera decisiva a luchar contra la pobreza, a mejorar la calidad de vida de los estudiantes, así como a consolidar las condiciones físicas de los mismos para la recreación y el deporte. Una adecuada nutrición ayuda a desarrollar el cerebro de los niños y las posibilidades cognitivas y de aprendizaje de los estudiantes porque cuando éstos sufren de menos enfermedades, ellos permanecen más en el colegio, lo cual conlleva a mejorar el clima escolar en el aula y la calidad de la educación de los colegios oficiales[8]. Lo anterior explica el significativo avance de los bachilleres de los colegios públicos de Bogotá en las pruebas del ICFES, el 57.1 de los colegios distritales se encuentran en los niveles, alto, superior o muy superior, en el año 2011. Así mismo, el programa de alimentación escolar de Bogotá es la cuota inicial del gran reto futuro de la educación oficial: la jornada única para los estudiantes.


[1] Ex subsecretario de educación de Bogotá 2004 – 2009.
[2] En el tema de alimentación escolar se destaca de manera especial el esfuerzo realizado por la administración de Luis Eduardo Garzón, él promovió el programa: Bogotá Sin Hambre. Uno de los componentes de dicho programa era la alimentación escolar en los colegios distritales de la Ciudad.
[4] Dato tomado del Plan Sectorial de Educación (2004- 2008) Bogotá: Una Gran Escuela. P.55. SED. 2004.
[5] Joanne E. Arsenault, Mercedes Mora-Plazas, Yibby Forero, Sandra López-Arana, Constanza Marín, Ana Baylin, and Eduardo Villamor. Provision of a School Snack Is Associated with Vitamin B-12 Status, Linear Growth, and Morbidity in Children from Bogota, Colombia. The Journal of Nutrition, 139: 1–7, 2009
[6] Ibidem, P.3
[8] Epps, Sylvia. R. y Huston, Aletha. C. (2007). Effects of a poverty intervention policy demonstration on parenting  and child social competence: A test of the direction of effects. Social Science Quarterly, volumen 88 número 2, ps 344- 365, junio 2007.

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